El 2022 cierra con la inflación más alta en 31 años y el dólar recalienta los precios de enero.

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Mientras para diciembre el índice se ubicaría en torno a 5,5%, en enero estaría encima de 6%.

Annabella Quiroga

El 2022 cerró con la inflación más alta de los últimos 31 años. La desaceleración de los últimos meses evitó que se cruce la barrera del 100%, pero el número final quedó al filo de ese guarismo: según las estimaciones privadas marcó 95% y superó el 83% de 1991, el año en que se puso en marcha la Convertibilidad.

El arranque del 1 a 1 y de las reformas que trajo consigo hicieron que la inflación pasará de 1343% de 1990 a 17,5% en 1992. Entre 1993 y 1998, durante la gestión de Carlos Menem, la inflación anual sería menor a un dígito y entre 1999 y 2001 -ya con la Alianza en el gobierno y recesión mediante- hubo deflación.

Tras el estallido del 2001, el fin de la Convertibilidad y la devaluación, el índice trepó a 40% en 2002, cuando gobernaba Eduardo Duhalde. En las tres gestiones del kirchnerismo, la inflación fue escalando, al tiempo que se intervenía el INDEC para ir dibujando los índices. La segunda presidencia de Cristina Kirchner terminó con una inflación real del 26%, según mediciones privadas. El siguiente registro récord de inflación le corresponde a Mauricio Macri, con el 53,8% en 2019.

Ya en la presidencia de Alberto Fernández, en 2020 y por el efecto de la pandemia, la inflación cedió a 36,1% y escaló a 50,9% en 2021. En el año que acaba de terminar rompió los récords de 31 años con el registro de 95%. 

Con este dato, el presidente Alberto Fernández acumula 300% en sus tres primeros años de gestión. Y si los pronósticos de 100% de inflación para el 2023 se cumplen, el Frente de Todos cerrará su gestión con una inflación acumulada encima del 600%.

El oficialismo juega sus chances electorales a lograr que el índice del 2023 esté más cerca del 60% que se fijó en el Presupuesto que del 99,7% que anticipa el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central. Para lograrlo tiene que cumplirse la promesa del ministro Sergio Massa acerca de que la inflación arrancará con 3% a partir de abril.

Pero ese objetivo parece más que difuso. Por lo pronto, tras una inflación de diciembre estimada entre 5,5% y 6% -el dato oficial se conocerá el 12 de este mes-, los analistas anticipan que el registro de enero podría estar más cerca del 6%. El listado de aumentos previstos -prepagas, servicios públicos y combustibles, entre otros- ya le ponen un piso alto al guarismo del primer mes del año.

La consultora LCG anticipa un 2022 con inflación de 95%, igual que para el economista Fausto Spotorno, mientras que para C&T el cierre fue del 97%

Spotorno estimó para diciembre un registro levemente por encima de 6%. «Enero es un mes fuerte, puede ser que esté arriba del 6% y que llegue a 100% en 2023«.

La previsión de inflación de enero del REM es del 6,1% en diciembre y 6% en enero. El relevamiento de Latin Focus, que reúne pronósticos de más de 60 bancos y consultoras, marca que «la inflación se acelerará aún más en 2023, impulsada por la depreciación del peso y la financiación monetaria del déficit fiscal«.

El dólar tendrá un rol central en la confección de la inflación del nuevo año. En 2022, tanto el dólar oficial como los paralelos corrieron por detrás de los precios, con un desfasaje de más de 20 puntos porcentuales.

Pero en el último trimestre del 2022, la tasa de devaluación del dólar oficial superó a la inflación. Eso cambió en el final del año. «En las últimas ruedas se observó una marcada desaceleración en el crawling peg. De ubicarse por encima del 110% anualizado se ralentizó por debajo del 90%», marcan desde GMA Capital.

Con las elecciones por delante, los oficialismos tienden a atrasar el tipo de cambio. GMA remarca que «si tomamos el promedio de las elecciones desde 2003 podemos notar que en los diez meses previos al evento electoral el tipo de cambio real se apreció en promedio 7,4%«.

«La continua apreciación cambiaria genera incentivos para acelerar las importaciones y postergar las exportaciones. Por lo tanto, el Gobierno debería endurecer aún más el cepo para minimizar el drenaje de divisas. De esta forma, no solo podría haber presión al alza sobre el dólar financiero sino que también el nivel de actividad se vería resentido», postulan desde GMA.

En los últimos días de 2022, el blue y los dólares financieros marcaron los récords nominales del año, con el blue en $ 359, aunque finalmente el último día hábil cerró en $ 350, mientras el contado con liqui terminó en $ 344 y el MEP en $ 328.

Con el cepo cambiario ceñido sobre las importaciones, los analistas señalan que con estas subas los paralelos podrían transformarse en los dólares de referencia para el sector importador y así presionar sobre la inflación en el arranque del año. «Esta suba podría incidir en los precios como es habitual en meses posteriores a un salto abrupto nominalmente de los financieros y del blue», apuntó Juan Pablo Albornoz, economista de Invecq.

 

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