La inflación es intrínseca a la política económica.

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Todas las variables -tasa, precios y salarios- ya crecen al 100% anual. Bajar a 60% anual en el 2023 parece improbable. Es más, todavía falta que se desate otra distorsión. En este marco donde todo crece al 100%, el tipo de cambio oficial en setiembre creció apenas 50% anual.

Jorge Colina

El ministro de Economía manifiesta preocupación porque la inflación sigue siendo alta y señala que su prioridad es disminuirla. Ciertamente que desde marzo la tasa mensual de inflación viene oscilando en 6%, lo que hace que en diciembre de 2022 la inflación será del 100% anual.

El problema es que la inflación no es un error forzado de la política económica. La inflación es intrínseca a la política económica del Gobierno. 

El Estado Nacional tiene un exceso de gasto sobre sus ingresos que no logra cubrir con deuda captada de forma voluntaria. En la última licitación de setiembre, el mercado le pidió al Tesoro una tasa de interés del 130% anual.

Esto obliga al Gobierno a financiarse con creciente emisión monetaria. Como la población no demanda el exceso de pesos, el Gobierno absorbe dicho exceso con Leliq del Banco Central. De esta forma, las Leliq son la emisión monetaria contenida. Para poder seguir colocando Leliq, el Banco Central tiene que pagar una tasa de interés del 107% anual.

Cuando asumió, el ministro Massa se comprometió a no financiar el Tesoro con emisión monetaria hasta fin de año, como señal fuerte de compromiso con bajar la inflación. Efectivamente, desde que asumió el Banco Central no le envió un solo peso al Tesoro.


De todas formas, el Tesoro se siguió financiando con emisión monetaria por una vía indirecta. Colocando el dólar-soja en $200, cuando el tipo de cambio oficial era de $145. Esto estimuló la liquidación de divisas por parte del complejo sojero e hizo aumentar la recaudación de derechos de exportación que en setiembre crecieron 500% interanual. Este aumento de derechos de exportación hizo una contribución decisiva a que la recaudación impositiva total crezca 120% interanual. De esta forma, el Tesoro parece que se financió en setiembre con aumento de la recaudación.

El punto es que el dólar-soja fue emisión monetaria, porque el Banco Central compró dólares a $200 mientras los seguía vendiendo a $145, por lo tanto, se emitió a razón de $55 por cada dólar-soja. El resultado fue que en setiembre se produjo una explosión de Leliq. El 31 de agosto las Leliq eran $7 billones y setiembre terminó con $8,5 billones. Esto implica que el stock de Leliq creció en setiembre también 100% interanual.

Como se dijo, las Leliq son emisión contenida. El crecimiento del stock impone el riesgo de que las Leliq se desarmen y vayan al dólar y a la inflación. Por esta razón, el Banco Central necesita que la inflación acompañe o supere el crecimiento de las Leliq para que se desvaloricen en términos reales. Esto es lo que demuestra que la política económica es intrínsecamente inflacionaria. Aun cuando se hagan esfuerzos y artificios para que el Banco Central no le de emisión monetaria al Tesoro, el Banco Central necesita de la inflación para que le licue el valor real del stock de Leliq.

Llevando el razonamiento al extremo, suponiendo que se cierra el déficit fiscal mañana, el Banco Central necesita inflación de tres dígitos para licuar el crecimiento de las Leliq. Esto se explica porque las Leliq están pagando 107% de interés anual lo cual implica que el crecimiento autónomo de las Leliq -sólo por los intereses- es de 6% mensual. Entonces el Banco Central necesita que la inflación sea, por un buen tiempo, superior a la inflación actual que se ubica en el orden del 6% mensual. Es decir, aun suponiendo que no hay más déficit fiscal, el Banco Central necesita que la inflación anual se mantenga en 100% anual para licuar la enorme acumulación de Leliq.

De todas formas, que se cierre el déficit fiscal era un supuesto de este pensamiento. Como el déficit no se puede cerrar de un día para el otro, la inflación por el déficit y el crecimiento de la Leliq necesita subir más del 100%.

En este marco, los sindicatos naturalmente demandan aumentos salariales del orden de o superiores al 100%, en el caso de los sindicatos más combativos (neumáticos, camioneros). Los otros sindicatos más moderados van a la fórmula de adelantar aumentos pactados para el futuro y para el futuro abrir mecanismos de revisión según la inflación observada. Los combativos son más estridentes y los moderados más silenciosos, pero todos ya tiene en la cabeza pautas salariales del 100%.

Es decir, todas las variables -tasa de interés, precios y salarios- ya crecen al 100% anual. Bajar a 60% anual en el 2023 parece improbable. Es más, todavía falta que se desate otra distorsión. 

En este marco donde todo crece al 100%, el tipo de cambio oficial en setiembre creció apenas 50% anual. Esto lleva a la paradoja que los salarios pierden contra los precios internos (inflación) pero le ganan al dólar oficial. Esto significa que el salario en Argentina está creciendo en dólares oficiales, justo los dólares que menos hay.

Pasó el dólar-soja, ahora se quiere contener el drenaje de dólares oficiales con el dólar-Qatar y el dólar-Coldplay, pero la verdad es que mientras el deprimido salario en pesos crezca en términos de dólares oficiales se hace cada vez más difícil sostener el tipo de cambio oficial retrasado.

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